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Adictos a los videojuegos

La adicción a los videojuegos puede afectar a su desarrollo

Edad recomendada +13 años

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Los videojuegos no son malos en sí, incluso pueden ser buenos si se controla el tiempo de juego y los contenidos de los mismos.

En estos casos, mejor prevenir que intervenir, cuando el problema ya existe. Te ofrecemos 8 claves que ayudarán a tu hijo a hacer un uso responsable de la tecnología. 

Jugar demasiado tiempo a este tipo de juegos puede acabar en obsesión

Una adicción es una inclinación desmedida hacia alguna actividad, aunque no haya de por medio ninguna sustancia peligrosa como en el caso del alcohol o el tabaco. Pero se considera que los videojuegos también pueden llegar a causar adicción si se vuelven una actividad obsesiva para el adolescente que le genera dependencia y le resta libertad, interfiriendo gravemente en su vida cotidiana y afectando negativamente a su vida escolar, social o incluso a su salud.

Lo que caracteriza a una adicción es la pérdida de control y la dependencia. El chico o chica ya no puede vivir sin jugar todos los días a videojuegos todo el tiempo posible y se pone nervioso si no puede realizar esta actividad, llegando a sufrir un auténtico síndrome de abstinencia. Otras características de una persona adicta es que pierde interés en el resto de actividades que antes le gustaban, deja de estudiar, de relacionarse con los demás y solo es capaz de jugar a los videojuegos horas y horas.

Generalmente, esta adicción comienza por algún tipo de problema personal. El chico se siente mal y busca alivio en los videojuegos, que le producen placer y elevan su estado de ánimo, pero llega un momento que este alivio se convierte en obsesión provocando en el adolescente síntomas de auténtica adicción como humor depresivo, irritabilidad, inquietud, agresividad, deterior en la concentración, trastornos del sueño, cambios en el apetito, etc.

¿Cómo ayudarle?

Es difícil ayudar a los chicos que se vuelven adictos a los videojuegos ya que, como cualquier otra adicción, una característica asociado a ella es la negación. La persona adicta no reconoce que tiene un problema, y se enfada si se lo insinúas, por lo que es muy complicado ayudarle ya que no quiere ser ayudado. Esto, unido a lo sensibles emocionalmente que son los adolescentes, se convierte en un auténtico problema difícil de tratar.

Pero no desesperes, hay solución. Solo debes seguir estos consejos y tener mucha paciencia:

1- Si el niño sufre una adicción muy seria y no hay manera de apartarle de los videojuegos sin que se ponga muy violento, debes buscar ayuda de un psicólogo especializado en adicción de este tipo para que le ayude.

2- Si la adicción todavía es controlable y puedes de vez en cuando apartarle de la consola, empieza por limitar el uso de los videojuegos. De un día para otro no se los puedes quitar del todo, ve bajando el tiempo poco a poco a medida que se vaya “desenganchando”. Empieza, por ejemplo, por no dejarle más de hora y media y gradualmente ve bajando hasta que no jugué más de 30 minutos al día.

3- Proponle otras actividades que sepas que le gustan. Puedes tentarle con unas entradas para un concierto de su grupo favorito o para ir al cine a ver esa película que tantas ganas tenía de ver. Lo importante es alejarle de la consola y recordarle que hay muchas más actividades divertidas.

4- Controla también los videojuegos a los que juega, hay algunos más adictivos que otros.

5- Recuerda que prohibir nunca es la solución, y menos con adolescentes, cuanto más le prohíbas algo, más ganas tendrá de jugar. Y los castigos, en este caso, tampoco serán efectivos.

6- Coloca la consola en el salón. Así tendrá que jugar con todos y, al ser controlado, le hará menos gracia.

7- Hazle ver, de manera sutil, que últimamente pasa mucho tiempo jugando con los videojuegos y está sacando malas notas y dejando de lado a sus amigos, a los cuales puede acabar perdiendo.

8- Con mucha paciencia y tacto, el chico se irá olvidando de los videojuegos y volverá a una vida lejos de las pantallas. 

EXPERTO:

Irene García Pérez

Periodista

Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.