La dislexia es un trastorno del aprendizaje de origen neurobiológico que se manifiesta en una dificultad para adquirir y consolidar las habilidades necesarias para el aprendizaje de la lectura. Afecta aproximadamente a un 10% de la población.
Niños de 9 a 12 años
En esta etapa, las características de los niños con dislexia y la variabilidad de sus dificultades individuales se hacen mayores a medida que crecen:
- En el lenguaje: la expresión y comprensión verbal se mantiene por debajo de su nivel intelectual; con dificultades para seguir instrucciones.
- En la lectura: lectura mecánica vacilante, dedican mucho esfuerzo a descifrar y les cuesta sacar el significado, fatigabilidad y falta de atención.
- En la escritura: faltas de ortografía, dificultades para utilizar los signos de puntuación correctamente, dificultades para elaborar y estructurar frases en relatos y, por tanto, dificultades para expresar conocimientos por escrito.
- En la orientación espacio-temporal: organizan mal el espacio en el papel, dificultades para usar el diccionario, dificultades para entender la sucesión temporal de los acontecimientos en asignaturas como historia o para interpretar mapas.
- A nivel emocional y conductual: destaca la falta de autoconfianza y la frustración del niño. Con un corto margen atención en su conducta, mentiras sobre sus deberes o incluso negación a hacerlos y cumplir con sus tareas.
Mayores de 12 años
Se mantienen algunas de las dificultades descritas en etapas anteriores, además de presentar:
- En el lenguaje: gran dificultad para el aprendizaje de lenguas extranjeras.
- En la lectura: fallos de precisión lectora y comprensión pobre.
- En la escritura: tendencia a escribir de forma descuidada y desordenada, inconsistencias gramaticales y errores ortográficos, dificultad para planificar y redactar composiciones escritas de forma autónoma.
- A nivel emocional y conductual: aversión a la lectura y escritura, baja autoestima, conductas disruptivas, ansiedad y depresión.
Cómo estimular a los niños con dificultades de lectoescritura
El diagnóstico de dislexia sólo puede establecerse formalmente cuando hay un retraso en la lectura de al menos dos años académicos. Sin embargo, las dificultades asociadas al aprendizaje de la lectoescritura pueden detectarse mucho antes y desde ese momento debemos estimular al niño.
Algunos de los ejercicios que pueden realizarse en casa son:
- Actividades espacio-temporales: identificar elementos en la derecha-izquierda del propio cuerpo y en el de otro, hacer laberintos, asociar eventos a fechas (por ejemplo, Papá Nöel a Diciembre)…
- Actividades del lenguaje: establecer conversaciones, describir una lámina, contar una película, seguir instrucciones para realizar una manualidad…
- Actividades de la lectoescritura: buscar palabras que empiecen por una determinada letra (veo-veo o palabras encadenadas), completar palabras a las que les falte una letra, describir por escrito lo que ocurre en una ilustración, separar sílabas dentro de una palabras, hacer un resumen de lo leído, leer carteles por la calle…
- Actividades del ritmo: caminar al ritmo de una música, tararear despacio una canción…
- Actividades de la atención y memoria de trabajo: buscar diferencias, repetir palabras o frases cada vez más largas, memorizar rimas…
El papel de los padres
La dislexia tiene una importante repercusión en la escuela por las dificultades de aprendizaje que provoca, pero también tiene un impacto negativo en el entorno familiar. Por ello, el papel más importante de los padres de niños disléxicos es apoyar emocionalmente a sus hijos:
- Aceptar la dislexia de tu hijo cuanto antes. Cuanto antes se tomen las medidas adecuadas, mejor será su desarrollo académico y personal.
- Conocer las dificultades diarias asociadas al diagnóstico ayuda a sobrellevar la vida diaria con niños disléxicos. La información es clave.
- Evitar la propia angustia y preocupación hacia las dificultades de los hijos con dislexia para no generarles más ansiedad y problemas emocionales secundarios.
- Hacer del hogar un lugar seguro y alentador donde tu hijo se sienta animado. Es importante que los niños noten el amor de sus padres independientemente de su rendimiento escolar.
- Potenciar su autoestima: sin compararle con los demás, confiando en él y transmitiéndole dicha confianza, y reforzando sus puntos fuertes y habilidades no académicas (como el deporte o la música).
- No sobreprotegerle, ni hacer las cosas por él, pero ayudarle a organizar y realizar sus actividades y tareas diarias.
- Dedicar el tiempo necesario a los deberes y al estudio. En la mayoría de los casos se recomienda buscar un profesional de apoyo (psicólogo, psicopedagogo, logopeda o profesor especializado) que libere a los padres de esa carga, al menos algún día entre semana ya que muchos padres no tienen la formación adecuada para hacerlo y la relación padres-hijo puede verse afectada negativamente.
- Favorecer una relación positiva con la lectura, asociándola a situaciones placenteras en casa: permitirles manipular libros que les gusten, contar cuentos a los más pequeños, leer de forma conjunta, mirar en la página web de su serie favorita, buscar en la cartelera la hora a la que empieza la película del cine….
- Servir de modelo para los hijos: los adultos tienen que leer para estimular el interés de los niños y adolescentes hacia los libros y los escritos