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Un plan de emergencia alimentaria para cuidar la salud y el bolsillo

¿Qué comer durante y después de la pandemia?

Edad recomendada De 0 a +13 años

Un plan de emergencia alimentaria para cuidar la salud y el bolsillo - Compartir en Familia
Julieta Ponce-Sánchez - Compartir en Familia

Julieta Ponce-Sánchez

Nutrióloga COA Nutrición

Tanto la forma de comer como la presencia de enfermedades crónicas influyen en el sistema de defensa y aunque ningún organismo sabe cuándo aparecerá una nueva enfermedad, sí puede prepararse para enfrentarla en cualquier momento a través de un plan alimentario de emergencia.

Las frutas deshidratadas son alternativas energéticas de mayor duración

La letalidad del COVID -19 es mayor en casos con obesidad y diabetes debido a que estos padecimientos crónicos producen una inflamación celular, esto a su vez compromete al sistema inmune y baja la defensa contra este coronavirus. Los procesos que incrementan la mortalidad por COVID-19 todavía se siguen estudiando, sin embargo, en países con mayor control de la diabetes y con menos obesidad la proporción de defunciones es menor. China, el epicentro de la pandemia, tiene el primer lugar en diabetes tipo 2 de todo el mundo (11%), pero es donde está más controlada con una de las menores prevalencias de obesidad (6%). Coinciden Estados Unidos, España, México e Italia en presentar más obesidad y menos control de diabetes con mayor mortalidad por COVID-19 entre países afectados.

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: elaboración propia con datos de estadísticas disponibles varias, 2020.

La alerta epidemiológica obligó a las personas a un confinamiento donde cada hogar necesita resolver la comida en condiciones de abasto limitado, eso puede favorecer el consumo de ultra-procesados por el bajo acceso a los alimentos frescos. El consumo adicional de azúcar, sodio y grasas trans y el sedentarismo durante el encierro afectan más la función inmune en casos de diabetes, hipertensión y obesidad.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, más del 85% de muertes prematuras por enfermedades no trasmisibles ocurren en países de ingresos bajos y medianos principalmente por padecimientos cardiovasculares, cáncer, enfermedades respiratorias y diabetes, entonces los efectos de la pandemia lo sufrirán con mayor gravedad los países con más pobreza y menor salud.

Para proteger la salud y la economía en casos de emergencia es necesario hacer un plan de alimentación. Lo primero es detectar el estado de salud de cada persona en la familia, tener a mano medicamentos, recetas, teléfonos de contacto, cartilla del servicio médico. En segundo lugar, es detectar las necesidades físicas, mentales y emocionales de las personas, es decir, si alguien requiere alimentación especial, equipo de medición de glucosa, oxígeno y presión arterial, apoyo para su movilidad o ayuda emocional. En tercer lugar, revisar con qué presupuesto se cuenta para la compra de víveres y, por último, hacer un mapa de los apoyos sociales con los que se cuenta como grupos de amistades, colectivos, programas sociales y familiares cercanos con posibilidad de prestar ayuda.

Ahora bien, para cubrir la alimentación se sugiere tener en casa agua limpia, una reserva de granos como leguminosas (frijol, lenteja, garbanzo) y cereales enteros (avena, quinoa, maíz), y semillas oleaginosas (cacahuates, nueces, almendras, semillas de girasol, etc.). Las frutas deshidratadas son alternativas energéticas de mayor duración en la alacena. La sardina y atún enlatados son opciones para incrementar proteínas en la dieta. El jengibre, canela, chía y cúrcuma podrían ayudar en esta época. Antes de comprar es útil hacer una lista de los alimentos más nutritivos y con mínimo nivel de procesamiento para incrementar el consumo de frescos de manera abundante, esto permite el consumo de nutrientes y sustancias para activar el sistema inmune.

Una pista al integrar la primera lista de compras es asegurar la base del consumo con granos enteros, en algunos países varía entre arroz, trigo, maíz, quinoa y amaranto. Luego elegir vegetales coloridos y calcular una proporción de 500 gramos diarios por persona, escoger al menos dos frutas de temporada y en lo posible de origen nacional.

Para incluir fuentes de proteína de valor biológico el huevo es una alternativa y se puede complementar con carne sin procesar accesible y disponible localmente. Las fuentes de grasa vegetal como aceite de oliva, aguacate y semillas oleaginosas son indispensables en la lista porque aportan mayor energía en raciones pequeñas.

Si fuera necesario ajustar más el presupuesto familiar es posible hacer una lista de sólo 10 ingredientes menos costosos, pero nutritivos y variar sus combinaciones tanto como se pueda para elaborar platillos durante la semana, por ejemplo: 2 productos de origen animal, 1 leguminosa, 1 cereal entero, 2 vegetales, 2 frutas, 1 semilla oleaginosa y 1 grasa vegetal. Con esta base se diseña el menú por escrito, luego puede colocarse en un calendario y así planear la comida durante cada semana en la emergencia.

Es posible que después de la pandemia por COVID-19 el hambre en el mundo se incremente, así como el desempleo y por ende la pobreza. Disminuir el consumo de productos ultra-procesados y aumentar drásticamente los alimentos frescos ayuda a combatir la obesidad, la diabetes y además protege contra enfermedades contagiosas, disminuye los gastos médicos y mantiene vivos los empleos locales sin variar el gasto familiar durante y después de la emergencia.

EXPERTO:

Julieta Ponce-Sánchez

Nutrióloga COA Nutrición

Actualmente es Directora del departamento de intervención en alimentación y nutrición del Centro de Orientación Alimentaria (COA Nutrición), donde establece los principios e ideas rectoras de la organización, así como programas de intervención en diferentes comunidades y grupos vulnerables.